Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corre el mar sino vuela, un velero bergantín.
Me quedo pensando, al igual que gran parte del grupo en lo que sigue y vemos que se adelanta un extraño señor que, por su aspecto y ropaje, parecía un figurante al que habían contratado para las visitas. Su semblante enfadado no sabíamos aún a qué se debía, pero pensamos que entraba dentro de la representación.
—¡Todos empezáis recitando con tono alegre y os quedáis en la primera estrofa!
—Disculpe señor, ¿algún inconveniente? —le pregunta el guía.— Nosotros pensamos que estaba todo ensayado.
Era domingo. Lucía un sol espléndido, ideal para acudir con visita guiada a una réplica de galeón atracado en el puerto por pocos días. Impresionaba por su estructura y destacaba ante los barcos de pesca, que parecían miniaturas a su lado.
Se acerca al grupo y, levantando la poblada ceja, cruza los brazos protegiéndose el pecho. Entorna un ojo y levanta la ceja del otro inspeccionándonos uno a uno. Expectante por si recordábamos algo más del poema.
—¿Nadie sigue recitando? —nos retó acariciándose la perilla que contrastaba con su poblado bigote.
Ante el silencio creado por su presencia y que nadie sabía más estrofas; agita el brazo derecho haciendo un semicírculo al aire y nos da la espalda, no sin añadir —¡Tanta literatura desperdiciada!—. Sus rizos, mecidos por el viento mientras ladeaba su cabeza, se marcharon de la misma forma que se deja a alguien por imposible…
2 respuestas
Es curioso, tiempo atrás lo importante era la memoria, sin importar si lo habíamos comprendido o no.
Així és… acostumem quedar-nos en els títols sense aprofondir més…