Hay muchas formas de afrontar la vida.
Mientras un+s están preocupados porque 24h al día es tiempo insuficiente para el listado de tareas que se programan. Otr+s están ocupados en poder ,al menos, salvar cada segundo los obstáculos que se van presentando en su camino.
Tendríamos infinidad de ejemplos para poder desarrollar estas observaciones. pero nos vamos a centrar en la siguiente:
Cojamos una silla de ruedas manual o acompañemos a alguien que dependa de ella para desenvolverse en sus quehaceres cotidianos.
Amanece. Menos mal que tenemos la casa adaptada para poder asearnos, pasillos anchos y todo a nuestro alcance. Salimos a la calle con acceso directo sin escalones por medio por pequeños que sean y así no tendremos que requerir la ayuda de nadie. Nos desplazamos por las aceras con anchura suficiente pues si, por casualidad, nos cruzamos con otra silla no echemos a suerte quien hace marcha atrás. A veces esto nos ha creado situaciones graciosas. De pronto nos podemos topar con alguna farola que casualmente está encima de la acera, un poste, papeleras o mil artilugios que cuando usas los pies para caminar resultan imperceptibles y fácilmente esquivables. En silla de ruedas es un gran obstáculo.
Si por casualidad alguna caquita de perro se engancha a la rueda, ésta nos va a acompañar en nuestro trayecto, en nuestra manos, en nuestras narices. Se ha de indicar que el perro no va solo, no elige dónde evacuar ni sabe limpiar la zona conquistada por sus efluvios líquidos u sólidos. ¡Menos mal que se van haciendo suficientes zonas específicas para estos menesteres perrunos!
Tampoco subestimemos las rampas que aparecen en las aceras y hace que trastabille la silla que vas manejando o si tienes conductor de silla, tenga que hacer esfuerzos ímprobos para no caer ambos dos por el cambio de rasante imposible de esquivar.
No puedo seguir el relato porque hemos querido entrar en un restaurante y desde los escalones de la puerta me han dicho que los aseos no están adaptados. Tengo ganas de hacer pipí y no llevo pañal.